miércoles, 31 de agosto de 2016

La Crítica del Mes (Agosto 2016): La sociedad y otras formas de tocarme los cojones

Los más veteranos de éste sitio saben que en las entradas más antiguas siempre tenía una puya preparada en cualquiera de las entradas. Sin embargo, entré por A o por B en una etapa de contención en la que el contenido del blog se suavizó bastante, pero eso ha llegado a su fin. Me he aguantado demasiado las cosas y creo que mi estilo siempre ha sido directo, ácido y apabullante. Ya no tolero la más mínima tontería. Y si hay algo con lo que historicamente y de forma figurada me he pegado de puñetazos es con la sociedad. Sus convenciones totalmente inútiles, sus hipocresías y contradicciones, su manía de meterse en los asuntos que no son suyos y decir que toda la mierda ya mencionada contribuye a una mejor convivencia me hace hervir la sangre. En serio, ojalá el que sea que haya creado ese estilo de vida sea atropellado por un tren de la RENFE y quede tan hecho mierda que tengan que alimentarlo vía intravenosa, que se equivoquen y en vez de ponerle suero en la bolsita, le pongan el meado de un drogadicto hasta que grite pidiendo la eutanasia. Hoy voy a exponer algunos de los motivos para este visceral aborrecimiento (no todos, pues quiero que la entrada no se haga pesada) y ejemplos de primera mano para tratar de que entiendan ustedes, lectores, mi punto de vista.

El primero y principal es que a mí se me da como el culo entenderla. Como Asperger que soy, mi forma de percibir tanto las relaciones sociales como el mundo en sí son muy diferentes a las de la mayoría de los neurotípicos. Eso me ocasiona de forma habitual choques con otras personas. Por poner un ejemplo, hace un par de meses un amigo me invitó a ir a la casa que éste compartía con su pareja. Pues bien, yo tenía cierta confianza con ese amigo y estábamos hablando de un tema. Se fue al baño y me dijo algo que no escuché, por lo que fui al baño, abrí la puerta y hablé con él desde el marco. Tiempo después, quedé de nuevo con este amigo y me dijo que su pareja se había escandalizado fuertemente por ello. Aquí se muestra tanto que la gente que no me conoce de nada ve en mí normalmente una persona excesivamente confianzuda (lo cual no es cierto, pues este tipo de actos y otros peores sólo los hago con amigos y sin ánimo de ofender o molestar) como que son todos unos putos cagados de mierda que no son capaces de decir las cosas a la cara. Y la verdad es que ésta última la hice yo también en los últimos dos años, por influencia de la sociedad. Pero tras sopesar bastante mi vida antes y después de ese cambio, y no puedo hacer más que llegar a la conclusión de que es mejor que se ofendan los demás con su protocolo de mierda a que uno se guarde las cosas. Mis ataques de ira han ido disminuyendo desde que tomé esa dirección y, en un todo, mi vida ha ido a mejor. Sé que a mucha gente puede no gustarles este cambio, pero es lo mejor para mí y el resto del mundo me puede remover la ensalada si no lo aprueban. No pienso entrar a un juego al que ni sé como jugar ni me gusta en lo absoluto.

Lo siguiente es que la gente piensa que las apariencias lo son todo y si no eres como ellos, eres una oveja negra a la que hay que retornar al redil sea como sea. En este caso pondré el ejemplo de mi familia materna. Ésta es, en su gran mayoría, de campo y anticuada. Me atrevería a decir, incluso, que algunos miembros son franquistas. Sea o no así, los cánones de belleza a los que acostumbran todos ellos son a aquellos que imperaban durante la época del Caudillo: pelo corto, afeitado y ropa de marca . ¿Adivinan quién no entraba ni entra en los mismos en esa familia? Exacto, el que aquí les escribe. No había momento en el que no fuera a una fiesta organizada por algún miembro de ellos o que alguna fuera a visitar a mi abuela para ser bombardeado con desaprobación y faltas de respeto varias como solo la gente rancia y "cuñada" sabe hacer: "Hay café... ¡Cafeitarse!", "Qué feo estás con esas greñas", "Así no te van a querer las chicas"... Y así día tras día. Llegó a un punto en el que estuve a punto de partirle la boca a una prima de mi madre. Y todo por no meterse en sus putos asuntos. Yo no les digo cómo tienen que peinarse, vestirse y vivir, así que bien se pueden meter el dedo en el culo y hacer palanca mientras me dejen tranquilo. Y esto que me pasa a mí le pasa a muchos en su día a día y con todo el mundo que les conoce: gente LGBT, estudiantes de artes, personas que estudian carreras que por hache o por be no son consideradas "útiles", personas cuyo estilo de peinar y de vestir diferentes al resto... Y me tiene bastante hartito. Cada uno es como es y nadie tiene que pasar por el aro de nadie, coño. Maldita sociedad metenarices.

Y por último, tenemos a esa parte muy grande de la misma que no solo no dice las cosas a la cara ni se mete donde no le interesa, sino que actúa a las espaldas y no hace más que joder la marrana.  En este caso podría poner el ejemplo de una persona completamente despreciable de gran dentadura que lo único que merece en esta vida es que la destripen sin anestesia mientras le pegan puñetazos y patadas a los órganos que se le quedan pegados al cuerpo hasta que muera de dolor, pero quiero contar algo y no dejarme llevar por la furia, así que pasaré a otro que, si bien es más externo a mi persona, me sigue pareciendo despreciable. Un familiar de un amigo mío es conocido a lo largo de su barrio (y parte de los terrenos colindantes) por su gran afición a cuidar de cierto tipo de mascotas. Sin embargo, la sociedad no puede dejarla en paz ni un sólo minuto. A pesar de que esa persona presenta ciertas características que dificultan una satisfactoria comunicación, lo lógico sería tratar de hablar con ella y otra persona capaz de hacerle entender lo que el primero le comunica para solucionar cualquier problema que pudiese haber. Pero claro, es la sociedad, no le pidas lógica. Voy a dejar fuera en esta ocasión a los hijos de esas personas, que se dedican a perseguir a esta mujer, tirarle cosas y gritarles insultos bastante fuertes (a esos como los coja un día, voy a coger las cosas que tiran, metérselas por el esófago hasta que sus dientes queden a la altura de mi codo y removerlos por dentro como una puta batidora). Centrémonos en los propios vecinos, esos que se dedican a quejarse de que esos animales ensucian, rompen y destrozan sin tener en cuenta que eso podría ser ocasionado por otras fuentes. Y sobre todo en una vecina nueva, una que debido a que no rije demasiado bien se ha dedicado a desenterrar toda esa mierda que ya estaba más o menos olvidada. Y así muchas personas día tras día. Es algo ya habitual en la sociedad hacer caso y creerse esa mierda del "homo homini lupus" e ir jodiendo por las espaldas a ocasionar el mal ajeno para que todo encaje en sus ideales.

Para acabar, podría escribir una parrafada resumiendo todo lo que me parece tanto la sociedad en sí como las prácticas aquí detalladas, pero dicen que una imagen vale más que mil palabras:


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